Si bien dotar de características ideales para resolver las desventajas que se presentan a la hora de cultivar o comercializar alimentos resulta una atractiva propuesta y ya una solución, la actitud que llama la atención es que las grandes entidades vinculadas no parecen estar preocupadas por aclarar nuestras dudas sobre las consecuencias de la presencia de genes extraños en un organismo al no presentar pruebas fehacientes para demostrar que los alimentos genéticamente modificados (GM) que venden, en su mayoría a países del Tercer Mundo, no representan ninguna amenaza hoy ni en un futuro lejano, sino más bien se apoyan en estudios que afirman que estos son “sustancialmente equivalentes” a los alimentos no transgénicos, lo cual obviamente no niega un riesgo para la salud humana. Sin embargo, no olvidemos que analizar la situación desde un único ángulo no ayuda a dar una apreciación objetiva, actualmente existen diversas teorías que avalan la fabricación y consumo de los transgénicos y otras tantas que están en contra, ambas posiciones cuentan con importantes respaldos.
Un argumento a favor proporcionado por especialistas en agricultura de la reconocida firma británica PG Economics, indica que el uso de cultivos biotecnológicos implica un menor uso de pesticidas y un manejo de tierras que requiere de menos maquinaria agrícola, por lo tanto se reducen los gastos de producción y se evita la emisión de millones de toneladas de gases de efecto invernadero. Sin embargo, científicos pertenecientes al Grupo de Ciencia Independiente (ISP, por sus siglas en inglés) niegan todas estas aseveraciones y muy por el contrario, en su informe emitido el 2003 hablan sobre las pérdidas de producción respecto a los cultivos convencionales. Recientemente un conjunto de 33 agrupaciones agrícolas alertaron sobre la creciente inseguridad económica de pequeños agricultores en el mundo entero debido a que las grandes empresas que producen los alimentos GM patentan sus productos y prohíben a los agricultores guardar semillas, exigen el pago de regalías y les solicitan que firmen acuerdos legales explicando cómo trabajar sus tierras. Pese a esta realidad encontramos que ya son 8.5 millones los agricultores que han optado por los cultivos transgénicos (la mayoría se encuentran en países pobres) luego de haber financiado el respectivo paquete tecnológico.
Otro aspecto de gran importancia es el sanitario. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en un informe publicado el 2003 manifestaban sus expectativas sobre la mejora en el nivel de salud al tratar la deficiencia de ciertas vitaminas en los alimentos. Aún así este informe enfatiza la necesidad de continuar evaluando de manera profunda los alimentos GM antes de comercializarlos para descartar la existencia de alguna amenaza.
Mientras tanto otras importantes instituciones subrayan la gran incertidumbre científica sobre el conocimiento a cabalidad del comportamiento de los transgenes, de aquí se derivan una serie de riesgos que se vislumbran en los aún escasos estudios toxicológicos pues los animales utilizados en estos experimentos presentan preocupantes alteraciones en su salud (principios de úlceras, malformaciones en su desarrollo, etc.): los genes de resistencia a antibióticos insertados en el ADN de las plantas pueden ser asimilados por las bacterias que habitan en nuestros intestinos ocasionando que importantes tratamientos médicos contra enfermedades infecciosas pierdan su eficacia; la presencia de transgenes en las plantas induce a un desequilibrio en su producción de toxinas y pérdida de cualidades nutritivas; se han registrado casos alrededor del mundo de poblaciones que cohabitan con cultivos transgénicos y desarrollan inexplicables alergias que se piensa pueden estar vinculadas a estos cultivos.
Por si ésto fuera poco el medio ambiente también se ve conminado a causa de estos organismos, los componentes de herbicidas específicos para los cultivos transgénicos como el glifosato y el glufosinato de amonio resultan tóxicos para peces, mamíferos, sapos e insectos controladores de plagas, dañando con esto último directamente a la agricultura ecológica. El glifosato, además, inhibe la fijación de nitrógeno por las bacterias y por tanto la asimilación de este por las plantas. Debido a que los alimentos GM demandan crecientes dosis de agroquímicos, los niveles de residuos son decenas de veces mayores que en el caso de los cultivos convencionales. Adicionalmente existen ensayos en EEUU con cultivos alimentarios cuya proyección es producir fármacos y productos industriales (plásticos, lubricantes, etc.) tornándose en ese sentido en alimentos no aptos para el consumo humano con el inherente daño de contaminar toda la cadena alimentaria.
Por otro lado la situación del manejo de los alimentos GM es preocupante, estos forman parte de nuestra dieta sin que así lo hayamos decidido, incluso en lugares donde no se ha manifestado explícitamente la aprobación de su comercio los transgénicos han sabido “abrirse mercados” y contaminar extensiones de cultivos convencionales a través del polen, ya aceptado como una importante fuente de contaminación transgénica, llegando a cultivos de especies criollas o silvestres transfiriéndoles genes de manera inesperada y persistente como se evidenció en un estudio hecho el 2004 que manifestaba que cerca del 80% de semillas vendidas el año anterior en EEUU estaban contaminadas con transgenes.
La contaminación transgénica es inevitable, su expansión se facilita debido a que los alimentos GM y sus derivados no tienen etiquetado que los diferencie del resto, burlando nuestro derecho primordial como consumidores de conocer y decidir aquello que vamos a comprar, restando mérito a los escasos esfuerzos de la industria por defender el consumo de sus productos y suscitando, por el contrario, temores sobre su seguridad.
Las autoridades deben comprometerse con sus países favoreciendo el desarrollo de su propia tecnología y no la comercialización de transgénicos que ya han sido rechazados en varios países alrededor del mundo. Mientras no exista una investigación científica con resultados concluyentes lo recomendable será abstenerse al consumo de transgénicos, reclamar por el derecho a la información y, de esa manera, hacer respetar nuestra salud y la del ya deteriorado medio ambiente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario